Ahora, Satu y su esposo, Andrés, ambos trabajando en la construcción, navegan por el caótico pero gratificante mundo de ser padres con diez hijos. La familia está formada por seis niñas, cuatro niños y el más joven, Benjamín, que llegó al mundo hace apenas siete meses. La familia González es un testimonio de la resiliencia de la esperanza y las alegrías imprevistas que la vida puede traer.
El día de Satu comienza a las 6:30 am, un torbellino de actividades que incluyen cocinar para su familia numerosa, cambiar pañales y preparar a sus hijos mayores para la escuela. Sus tardes están llenas de innumerables tareas, desde limpiar la casa hasta lavar la ropa y los platos, pasar la aspiradora y organizar su hogar sueco. En medio de estas responsabilidades, ella cuida de sus miembros más jóvenes y se asegura de que cumplan con un estricto horario de sueño.
La maternidad, como la describe Satu, exige una inmensa cantidad de trabajo y compromiso. Incluso en su agotamiento, al despertarse sin desayunar, encuentra consuelo y recompensa en las sonrisas y el amor de sus hijos. Las noches traen un breve momento de respiro mientras Satu y su esposo disfrutan del tiempo juntos después de acostar a todos los niños a las 8 en punto.
El viaje de Satu Nordling González desde la infertilidad y la desesperación hasta una bulliciosa casa de diez personas es nada menos que extraordinario. Su historia sirve de inspiración y demuestra la resiliencia del espíritu humano y la alegría ilimitada que puede surgir de los giros más inesperados de la vida. Es un testimonio del poder duradero de la esperanza, el amor y las extraordinarias bendiciones que traen las familias numerosas.