La corona/tocado de plata y oro de Geto Dacian, de 2500 años de antigüedad, fue descubierta en un túmulo con varias cámaras llenas de tesoros al noreste de Dobrogea, en el territorio de la comuna de Agighiol, Rumania.
Cuando el entierro se hacía en un túmulo, los geto dacios utilizaban la incineración. En consecuencia, los ojos de Zamolxis sobre las coronas geto dacias se equiparaban con ofrendas funerarias y tributos dados a las deidades en los rituales del templo, atestiguando así lo que Heródoto dijo sobre los getas de que se consideraban inmortales.
La creencia de los Getae con respecto a la inmortalidad es la siguiente. Piensan que en realidad no mueren, sino que cuando dejan esta vida van a Zalmoxis, a quien algunos de ellos llaman también Gebeleizis. A este dios envían cada cinco años un mensajero, elegido por sorteo entre toda la nación, y encargado de llevarle sus diversas peticiones. Su modo de enviarlo es este. Varios de ellos están en orden, cada uno con tres dardos en la mano; otros toman al hombre que ha de ser enviado a Zalmoxis, y blandiendolo por las manos y los pies, lo lanzan al aire de manera que cae sobre las puntas de las armas.